Monday, October 30, 2006

El Cristo del Tizonazo:

Jamás me destaqué en los deportes. Mis habilidades para el futbol eran mediocres. Pero a que niño no le gustaba patear ese balón con sus amigos, a los que les gustaba hacerles trenzas a las niñas. El conflicto de tiempo que mis clases de catecismo causaban haciendome faltar a los entrenamientos de futbol me causaban constante enojo y frustración. Suficiente tenía con el contenido religioso en la primaria a donde iba para todavía ir en las tardes a aprender las leyendas de la biblia ilustradas con borreguitos y pastorsitos era sumamente tedioso.

En la última clase de catecismo, la maestra nos comenzó a preguntar cual era la razón de que quisieramos tener nuestra primera comunión. La respuesta correcta y sumamente homosexual era "para recibir el cuerpo de cristo por primera vez" y todas las ovejitas de la clase roboticamente la contestaban, cuando era mi turno contesté que queria hacer mi primera comunión para poder jugar futbol y no tener que ir a las clases de catecismo, mi respuesta más sincera que la de los otros alumnos me causó problemas. La maestra les habló a mis padres para decirles que tenía que llevar otro año más de catecismo porque aún no estaba preparado, lo cual causó gran enojo a mi papá con la maestra que lo llevó a insultarla y mandarla al diablo.

Al ser rechazados por varias de las iglesias de Ciudad Juárez, mi padre decidió que mi primera comunión sería en un pueblo llamado Indé Durango el cual visitabamos anualmente por la feria y fiesta en honor al Señor de los Guerreros, un cristo horrible crucificado que en algún momento se decía que lloraba sangre, una imágen impresionante y aterradora a la vez. Las quince horas de camino fueron tortura, ya que mi madre me hizo aprenderme el rosario, las oraciones y otras cosas que me pudieran preguntar en el momento de mi comunión.

Al llegar a Indé, el pueblo fantasma de alrededor de 3,000 habitantes donde habitan familiares de mi padre. La comunión, a la cual asistieron toda la gente del pueblo porque al parecer era lo más emocionante que hacer ahí además de ponerte hasta las trancas en la plaza. Fue una fiesta, con pastel, caguamas, burros y cochinos. Todo un evento. Mi padre a quién le gustaban las leyendas de tesoros de épocas de la revolución llevaba su detector de metales y le gustaba preguntarle a los habitantes del pueblo historias sobre entierros.

Entre las leyendas que más recuerdo fue de una caja con monedas de oro que habían encontrado enterradas pero como las personas no eran puras de alma, veían serpientes en vez del tesoro lo cual las obligó a volverlo a enterrar. El lugar en el que nos quedabamos era un rancho, por las noches se escuchaban horribles gritos chillantes de cerdos que eran atacados por perros en la calle. La recámara donde nos quedábamos tenía un cuadro con la cara de jesucristo y los ojos perseguían tu movimiento, y como no había cortinas al levantarte veías hacía el pasillo profundo y oscuro que terminaba en la cocina.

Había incontables historias de fantasmas en esta casa donde habitaba mi bisabuela Alejandra. El jardín lo adornaban pieles de víboras colgadas alrededor de la orilla del techo. Los siguientes días fuimos a la feria, donde hice un amigo llamado Carlos. Mientras jugabamos a las canicas, mi padre se nos acercó y le preguntó que si en su casa nunca había descubierto monedas o algún tipo de entierro. El niño le respondió, que se suponía que existía tesoro en una de las paredes de su casa, que mujeres de blanco por las noches caminaban por su sala y desaparecían en una pared.

Mi padre fui a su casa y pidió permiso para revisar con su detector de metales a ver si señalaba algo, el aparato comenzó a pitar, así que pidió permiso y comenzaron el y mi tío Hector a martillar la pared, cuando la pared quedó completamente destruida tristemente se dieron cuenta que lo que hacía al aparato sonar eran unas tuberías de cobre, el papá de Carlos sacó un rifle y corrió a la chingada a mi papá y a mi tío de su casa.

Mi bisabuela se encontraba enferma y tenía alrededor de noventa años, le comenzaba a salir barba blanca. En nuestro último día en Indé fuimos a despedirnos de ella, cuando la abrasé le dije que le deseaba que se aliviara pronto, a lo cuál me contestó que sus enfermeras la habían visitado la noche anterior y le habían dicho que todo iba a estar bien. Ese comentario causó risa a la gente que estaba en el cuarto, que cuales enfermeras, si no tenía ninguna enfermera y la acusaron de estar delirando. Ese mismo día nos regresamos a Cd. Juárez, en el momento que llegamos a la casa, corrió mi padre porque estaba sonando el telefono, cuando contestó era mi Tío Hector, quien le dijo a mi papá que mi abuelita Alejandra acababa de fallecer.

2 Comments:

Blogger Ron A. W. said...

narcozombie:

es la primera vez que visito tu blog, esta muy picudo, o sea, bien de poca madre pues!

La imagen del locutor plomeado está de huevos.

Ahi te linkeo k. Saludos!

6:48 PM, November 08, 2006  
Blogger LOL AWESOME JAIME! said...

gracias hermano, yo tambien te linkeare

6:49 PM, November 08, 2006  

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